la magia de chris pueyo (y por qué nos importa)
de uno de mis poetas favoritos, profundamente inspirador y cercano.
Chris Pueyo es el autor de El chico de las estrellas, Aquí dentro siempre llueve, La Abuela y A todos los hombres que besé, un escritor español que para los lectores jóvenes es poeta, y para los poetas mayores es escritor de literatura para jóvenes.
Desde El chico de las estrellas, que es su primer libro publicado, cuenta su historia, haciendo uso de todas las herramientas y recursos que caracterizaban las entradas de su blog, para dibujar el paisaje de su vida, y presentarlo ante la plataforma de fans que había construido gracias a sus interacciones en redes sociales y los cuentos y relatos que publicaba en ellas.
Aquí dentro siempre llueve, por otro lado, es una apología a la tristeza, y propone la aceptación de esta como un paso para avanzar hacia un estado espiritual más tranquilo. Es un libro de poemas en los que demuestra y abraza la nostalgia y la melancolía como sus musas principales.
En La Abuela inmortaliza, plasma, y comparte con su audiencia la maravillosa historia de su abuela, la mujer que marcó y salvó su vida, y quien considera que se volvió su madre tras acogerlo en sus brazos.
Y finalmente, A todos los hombres que besé, es el libro en el que madura ante su público y les muestra que el chico de las estrellas es ahora un adulto, que consiguió convertir la oscuridad de su pasado en un panorama acogedor y las cruces que arrastraba en tótems de su propia historia.
Sanar. Sanar las heridas que llevaba desde la edad más temprana es lo que este autor buscaba en su obra, y lo que podemos como público observar que sucede a través de leerlo relatarse, desarmarse.
Su obra nace de la necesidad de ser escuchado de un niño que aprendió a la fuerza a quedarse callado. Un niño que, debido a la profunda herida que la mirada desaprobatoria de su madre dejó en su inconsciente, se congeló dentro de sí con la inteligencia emocional de un infante. El trauma le devuelve a la edad en la que escuchaba a su madre ser abusada por diferentes compañeros sexuales, y él tenía que luchar entre cubrirse las orejas para no escuchar, y taparse la boca para no ser escuchado; e hizo de él un Peter Pan, un niño perdido eterno.
Esta costumbre de taparse la boca para no ser escuchado creció con él y evolucionó a lo que en su obra se refiere como “costuras en sus labios”, que sellaban su mundo interno, y suponían una muralla entre la libertad y él, una muralla que, al encerrar su verdad, lo encerraba a él también.
Como una parte crucial de su trauma era la prisión del silencio, el Peter Pan creció para ser escritor. El niño que no podía hablar se convirtió en un contador de historias para abrir las puertas a su verdad interna a través de las palaras, esas palabras que nunca alcanzó a pronunciar de pequeño.
Pueyo termina su primera relación amorosa y, como él mismo dice, el desamor le salpica tinta a sus hojas. No resulta esto extraño, ya que en muchas ocasiones, la pérdida del primer amor sirve para destacar con luces fluorescentes aquellas heridas y traumas cuyas raíces van mucho más profundo que un “corazón roto”. Y así fue para el autor, del deseo de querer contar la historia de su primer amor resultó una hermosa autobiografía en la que se da espacio para reflexionar sobre sí mismo y su vida, y sanarse del encierro de la mentira, en sus propias palabras: descoserse.
Descoserse a través de la literatura no le permitió únicamente sanar su propia herida, ser honesto consigo mismo y ser la versión más real de sí, poeta, sensible, azul y gay, si no que le permitió a toda una generación de adolescentes sensibles, azules y gays ver un rostro en el que poder encontrarse y sentir que su propia historia era contada.
La importancia de la obra se la atribuimos porque es una de las pocas obras de habla hispana que otorga representación a la comunidad homosexual moderna. No es un secreto para nadie que en español no tenemos tanta literatura juvenil que cuente otra cosa que no sea historias de amor juveniles heteronormativas, blancas, de clase media alta, en las que los únicos problemas de los personajes son sus leves desacuerdos amorosos, o algún salpicón de fantasía. Es entendible que esta sea la forma más sencilla de reflejar un romance adolescente y atraer atención simplemente al amorío, pero estas historias no hacen justicia a la verdadera experiencia de la mayoría de las personas.
Pueyo muestra la vida de un adolescente gay, nacido en el seno de una familia poco convencional y caótica, con el suficiente dinero para sobrevivir y con una experiencia en la escuela más bien ordinaria y no tan fantasiosa y poco creíble como la de una protagonista de fanfiction, y no decora su realidad con más que sus hermosas imágenes poéticas de las que se vale para relatar.
La comunidad LGBTQ+ de esta generación necesitaba más historias de amor gay apegadas a lo que en verdad se vive en el día, con sus cosas buenas y sus cosas malas, que mostraran contextos realistas con los que más personas pudieran identificarse, no sólo un personaje secundario gay que muere trágicamente, no el amigo gay de la protagonista que es el alivio cómico de la película, si no historias de personas, de seres humanos multidimensionales que sienten, viven y aman como los demás.
Chris Pueyo narra cómo se superó y aprendió a ser feliz consigo mismo, más allá de cualquier pasado o corazón roto, aprendió el inmenso valor de la aceptación y el amor propio, y aprendió que ante todo, debemos ser nosotros mismos para encontrar la felicidad.
El autor le da espacio a ancianos que en su adolescencia no pudieron amar libremente, a adolescentes que luchan con un entorno en el que no se sienten amados, y a niños que crecerán en un mundo al que aún le falta mucho camino por recorrer en ese tema, pero que lentamente y poco a poco, se llena de más personas que exaltan la diferencia y la abrazan. Su obra importa a todo aquel que quiere hacer del mundo un aliado para todos esos niños diferentes, para esos niños que no tienen un hogar cálido al que volver al final del día, y que como nosotros, sólo están buscando amor, venga en la presentación que sea.
Desde su perspectiva y con su tinta, hizo un llamado de atención a todas las personas que, como él, se acostumbraron a callar su verdad y se encerraron en el silencio, y les dijo “Hagamos del mundo un lugar en el que los sueños lleguen descalzos y despeinados a todas las partes”.
La obra surge de las propias ganas de curarse del autor, que empezó a escribir para ver reflejado en el papel su universo interno y entenderlo, entenderse. Como él mismo expresa, su obra es una consecuencia de todo lo que le ha pasado, de todo lo que lo hace él, y de su deseo de deshacerse de su mentira. Y le atribuimos importancia porque en un mundo de máscaras y falsedades, los despiertos queremos llenarnos de autenticidades, y esto es lo que su obra nos ofrece: una mirada cara a cara con la verdad.